Oliete de capitán de "La Calavera" y de general de división y subdirector gral. de la G.C.
La guerra de Marruecos hacía latir el corazón de los españoles, pues las cruentas batallas originaban verdaderas escabechinas. Ello motivó que, por aquel entonces, muchos jóvenes de la época quisieran abrazar la carrera de las armas y ser oficiales del Ejército para marchar en busca de gloria a combatir a tierras norteafricanas. El joven Roger fue unos de esos muchachos y, cuando tenía 19 años ingresó en la Academia de Infantería de Toledo. En 1924 fue destinado como alférez a Zaragoza, pero aquella tranquilidad no iba con él y pidió destino en Melilla. Participó en varias batallas acreditando su valor, siendo felicitado por sus superiores. De nuevo, pidió destino, esta vez a las fuerzas regulares indígenas. Siguió participando en varias contiendas, pero fue herido y trasladado a Zaragoza para curarse. Allí permaneció dos meses convaleciente y fue ascendido a teniente.Volvió a África para seguir combatiendo y cuando terminó el conflicto, Franco lo llamó para dar clase en la Academia General de Zaragoza. Tampoco estaba muy contento con su labor docente y pidió ingresar en la Guardia Civil, desempeñando cargos en Lérida y Zaragoza. En 1934 fue llamado para impartir clase en el Colegio de Guardias Jóvenes de Valdemoro, pero meses después, fue destinado a Tetuán. Sin embargo, fue ascendido a capitán el 6 de abril de 1936 y se incorpó a la Comandancia de La Coruña. Al comenzar la guerra, las autoridades militares y navales se sumaron a la sublevación fascista y y participaron activamente en el dominio de barrios y poblaciones gallegas. Pero, en septiembre le fue encomendada la misión de dirigir una compañía de guardias en el frente de Teruel.
En unos pocos días, formó una fuerza de élite de choque de primera línea a la que se conoció como "La Calavera" por llevar en su uniforme una chapa simulando un cráneo con las letras GC. Fue herido en varias ocasiones y tuvo que abandonar la compañía, siendo evacuado a Zaragoza. Tras ser dado de alta, lo destinaron a la Comandancia la localidad zaragozana de Épila en la que capturó a tres aviadores rusos que tuvieron que realizar un aterrizaje forzoso. Pero la acción, le podía y solo permaneció al mando de Épila dos meses. Fue ascendiendo en el escalafón ocupando cargos de gran responsabilidad y llegó a general de división. Murió en 1977 en su casa de la localidad gaditana de Algodonales.
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