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domingo, 21 de julio de 2019

LA UNIVERSIDAD ZARAGOZANA EN LA SUBLEVACIÓN DEL 36 (2)

Escuela franquista dirigida por la Sección Femenina

Las escuelas, como ya dije en la anterior entrada,  se fueron convirtiendo en instrumentos de adoctrinamiento y control totalitario. La Universidad de Zaragoza, por su parte, para dar cierta apariencia de actividad docente, pese a la clausura, también inauguró en 1937 una serie de conferencias de exaltación nacionalcatólica, en la que los profesores adictos a la causa rebelde,  expresaron las justificaciones de la Cruzada, las alabanzas a los regímenes totalitarios, y las teorías fascistas y corporativistas. Por otro lado, profesores de Derecho colaboraron en la censura de prensa y en la propaganda; pero especialmente útil fue el servicio de la facultad de Medicina, cuyo edificio fue plenamente ocupado por los militares, y el de la de Ciencias, cuyos científicos  ensayaron sus conocimientos en el desarrollo de armas químicas. 

El sector más reaccionario de la comunidad universitaria desplazó y destruyó toda discrepancia ideológica y reafirmó su autoridad. También en el alumnado, los estudiantes fascistas del SEU zaragozano, que habían mantenido una actitud agitadora y de conflicto durante el período republicano, se vieron con el control de los espacios sindicales y culturales universitarios. Los estudiantes falangistas, jóvenes de procedencia burguesa, formados en los valores conservadores y católicos e influidos por las modernas teorías nacional-revolucionarias, compusieron una élite que, tras su paso por los combates como alféreces provisionales, se destacaría como un pilar del apoyo social del régimen. En Zaragoza no sólo provenían de los centros universitarios, sino también de escuelas superiores como la de Comercio, en donde se había formado, por ejemplo, uno de los primeros «mártires» de la Cruzada en Aragón, el joven  falangista Vicente Peralta. Los alumnos de este centro no tardaron en donar a las arcas de la sublevación el dinero que en cierta ocasión les había proporcionado la Generalitat catalana, ya que, decían, les repugnaba; y a continuación abrieron, como sus profesores, una suscripción para apoyar el esfuerzo bélico. 


Estas iniciativas de apoyo proliferaron entre colegios religiosos o institutos como el Goya, que alojó a los requetés llegados de Navarra. Profesorado de dicho instituto, también se involucró personalmente, vendiendo folletos de apoyo a los sublevados en colaboración con el rector Calamita (en la imagen) . Por su parte, los propietarios del centro escolar Joaquín Costa cedieron éste como cuartel a las milicias de Acción Ciudadana, a las que, por ejemplo, se había unido con fervor el director de la Escuela de Veterinaria, junto a buen número de profesionales, ingenieros, profesores, médicos, etc.

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