Escuela franquista dirigida por la Sección Femenina
Las escuelas, como ya dije en la anterior entrada, se fueron convirtiendo en instrumentos de adoctrinamiento y control
totalitario. La Universidad de Zaragoza, por su parte, para dar cierta apariencia de actividad
docente, pese a la clausura, también inauguró en 1937 una serie de conferencias de exaltación
nacionalcatólica, en la que los profesores adictos a la causa rebelde, expresaron
las justificaciones de la Cruzada, las alabanzas a los regímenes totalitarios, y las
teorías fascistas y corporativistas. Por otro lado, profesores de Derecho colaboraron en la censura de prensa y en la propaganda; pero
especialmente útil fue el servicio de la facultad de Medicina, cuyo edificio fue
plenamente ocupado por los militares, y el de la de Ciencias, cuyos científicos ensayaron sus conocimientos en
el desarrollo de armas químicas.
El sector más reaccionario de la comunidad universitaria desplazó y destruyó toda discrepancia ideológica y reafirmó su autoridad. También en el alumnado, los estudiantes fascistas del SEU zaragozano, que habían mantenido una
actitud agitadora y de conflicto durante el período republicano, se vieron con
el control de los espacios sindicales y culturales universitarios. Los estudiantes
falangistas, jóvenes de procedencia burguesa, formados en los valores conservadores y católicos e influidos por las modernas teorías nacional-revolucionarias, compusieron una élite que, tras su paso por los combates como alféreces
provisionales, se destacaría como un pilar del apoyo social del régimen. En
Zaragoza no sólo provenían de los centros universitarios, sino también de
escuelas superiores como la de Comercio, en donde se había formado, por
ejemplo, uno de los primeros «mártires» de la Cruzada en Aragón, el joven falangista Vicente Peralta. Los alumnos de este centro no tardaron en donar a
las arcas de la sublevación el dinero que en cierta ocasión les había proporcionado la Generalitat catalana, ya que, decían, les repugnaba; y a continuación abrieron, como sus profesores, una suscripción para apoyar el esfuerzo
bélico.
Estas iniciativas de apoyo proliferaron entre colegios religiosos o institutos
como el Goya, que alojó a los requetés llegados de Navarra. Profesorado de dicho instituto, también se involucró personalmente, vendiendo
folletos de apoyo a los sublevados en colaboración con el rector Calamita (en la imagen) . Por su parte, los propietarios del centro escolar Joaquín Costa cedieron éste como cuartel
a las milicias de Acción Ciudadana, a las que, por ejemplo, se había unido con
fervor el director de la Escuela de Veterinaria, junto a buen
número de profesionales, ingenieros, profesores, médicos, etc.
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