De forma cilíndrica, tienen unos 6 cm de alto y 3 de ancho. Viven fijadas por la base a rocas submarinas”. Gastronómicamente, las ortiguillas (afortunadamente, al ser cocinadas pierden su capacidad urticante) ofrecen un intenso sabor a mar, a yodo y a marisco, pero es con su textura fluida y delicadamente gelatinosa, que podría parecerse a unos sesos de cordero lechal, donde marca distancias con otros alimentos marinos. Al ser un producto muy delicado, lo ideal es mantenerlas vivas en agua de mar hasta el momento de su preparación, por lo que su consumo en zonas alejadas de la costa es ciertamente complicado.
Por aquí abajo, las suelen poner en bastantes bares y restaurantes, siempre fritas. Hay gente que si las ve sin cocinar, no las comen, pues su aspecto no es muy agradable a la vista.
En la actualidad, grandes cocineros como Roca o Dani García las preparan con su toque personal que nada tiene que ver con el frito popular de estas tierras.
A mí, me encantan.
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