En 1934, Alemania y Polonia habían firmado un pacto de no agresión que duraría 10 años y la construcción de una carretera y una línea de ferrocarril que uniera las dos Prusias, a lo que accedieron los polacos siempre que al construir la autopista no hubiese cesión de soberanía ni cláusula de extraterritoriedad. Sin embargo, los alemanes, una vez anexionado Austria y los Sudetes y haber llegado a un acuerdo con los rusos para repartirse Polonia, usando una burda mascarada (dijeron que un comando polaco había destruido una estación de radio alemana), le declararon la guerra a Polonia. Este ardid, no fue más que la escusa de la invasión, pues esta se llevaba preparando desde meses antes.
El día 1 de septiembre de 1939, el acorazado Schleswig-Holtein bombardeó el fuerte Westerplatte y, se puede decir, que este fue el inicio de la II Guerra Mundial.
Mientras, solados de infantería y cientos de carros de combate, apoyados por la aviación, cruzaron las fronteras y, al día siguiente, se hicieron con la deseada ciudad libre de Dánzig (Gdansk, hoy), en su mayor parte habitada por alemanes.
El día 3 de septiembre, Inglaterra y Francia declararon la guerra a Alemania.
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