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martes, 10 de septiembre de 2019

UNA VÍCTIMA DE FELIPE II

El siglo XVI en Aragón fue un periodo convulso, sobre todo en los en el último cuarto de la centuria. La mayor parte de la sociedad vivía de la agricultura. Las tierras estaban en posesión de los noble y del alto clero y, el resto de la población -cristianos viejos y nuevos (moriscos y algún judío)- trabajaba para ellos. Las revueltas entre súbditos y vasallos empezaron a ser frecuentes e incluso, entre los mismos señores. Todo se dirimía por las armas. A esta situación hay que añadir el odio hacia los moriscos surgido en algunas zonas aragonesa, sobre todo en la Ribagorza, donde también hubo conflictos con el rey Felipe I y con el virrey de Aragón, Artal de Alagón,  conde de Sástago.


Codo y Pina de Ebro

Los moriscos, campaban a su aire, sin que nadie les obstruyese y la muerte de un pastor del valle de Tena a manos de ellos en la localidad de Codo (Zaragoza), a orillas del Ebro, donde el tensino había bajado para apacentar a su ganado, originó que una partida de montañeses al mando de Miguel Barber asaltase la localidad y la saqueara. Aquí se les unió el infanzón sallentino Antonio Martón y el bandolero Lupercio Latrás y, juntos, pusieron sitio al mismo Sástago, aunque no pudieron tomarlo por la resistencia que encontraron por los moriscos refugiados en la localidad, así que se dirigieron a Pina de Ebro e indicaron a los cristianos viejos que no participaran, como así fue, y los insurrectos entraron en el pueblo y mataron y saquearon las casas moriscas consiguiendo un cuantioso botín.


Martón, dispuesto a ingresar en los tercios para así obtener el perdón de su acción, fue detenido en Zaragoza por el Privilegio de los Veinte (formado por 20 hombres buenos de la ciudad de Zaragoza con una serie de derechos y prerrogativas otorgados en tiempos de Alfonso I en el año 1124), pero se acogió al derecho de manifestación (privilegio de los aragoneses en temas de justicia).
Su condición de noble le atrajo el apoyo de numerosos caballeros, que introdujeron hombres armados en la ciudad, creando un clima particularmente tenso. Andrés de Bobadilla, arzobispo de Zaragoza, medió en el conflicto por encargo del rey Felipe I (en la imagen). Bajo la promesa de un juicio justo, Martón renunció a la manifestación, pero una semana más tarde, la noche del 10-IX-1589, las autoridades zaragozanas, siguiendo, como el arzobispo, órdenes del monarca, sacaban al preso de la cárcel y lo agarrotaban, exponiendo su cadáver en la plaza del Mercado a la mañana siguiente en medio de un gran alboroto por parte del pueblo, que consideró se había cometido una gravísima conculcación de los Fueros (compilación de privilegios y exenciones de los aragoneses).
Cárcel de los manifestados

Esta muerte sería el prolegómeno de las alteraciones que se llevaron a cabo en 1591 con el asunto de Antonio Pérez y la decapitación del Justicia de Aragón Juan de Lanuza "El Mozo", señor de Bardallur y Plasencia y otros lugares.

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