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jueves, 15 de abril de 2010

EL ESCUDO DE ARAGÓN



El Escudo de Aragón, por vez primera atestiguado en su disposición más conocida en 1499, se compone de los cuatro cuarteles que, en la configuración adoptada, se difundieron con predominio sobre otras ordenaciones heráldicas, tendiendo a consolidarse desde la Edad Moderna para arraigar decididamente en el siglo XIX y resultar aprobados, según precepto, por la Real Academia de la Historia en 1921. En la descripción de los cuarteles del Escudo se han seguido los más tradicionales criterios al respecto, en cuanto símbolo que cada uno de ellos es de nuestro antiguo Reino, o de una parte territorialmente importante del mismo. El primer cuartel, siguiendo el modelo más antiguo conservado, de 1499, conmemora al legendario Reino de Sobrarbe; el segundo describe la denominada de antiguo «cruz de Iñigo Arista», considerada como el emblema tradicional del Aragón antiguo; el tercer cuartel sigue a los modelos antiguos, conforme a los cuales la llamada Cruz de San Jorge era considerada como el emblema más específico del Reino de Aragón, en el siglo XIV y el cuarto, que, según los heraldistas, representa el Aragón moderno, recoge las «barras» aragonesas, que constituían el «senyal» del Rey don Alfonso II.
Otra nota sobre su origen. En Aragón sí puede decirse que, desde tiempos antiguos, tuvieron estado oficial los colores rojo y amarillo, ya que la Ley 1™, Título XX, Partida Tercera de las de Aragón dice terminantemente: «... y esta cuerda de la que el sello colgare, sea de diversos colores, como amarillo y colorado». Pero además lo sabemos porque, cuando el rey Pedro II tuvo la humorada de convertir el reino en feudo de la Santa Sede --queriendo sin duda emular a aquel antecesor suyo, Alfonso I, que lo dejara como herencia a los Caballeros Templarios y Hospitalarios--, el Papa, en honor de Aragón, acordó que desde allí en adelante el estandarte de la Iglesia llamado Confalón fuese devisado de los colores y señales de aquel reino, que eran listas de oro y colorado. Fuente: Cuadernos Republicanos (abril y julio 2001)
La leyenda catalana atribuye su origen al conde Wifredo el Velloso (Guifré el Pilós), en el siglo IX. Wifredo el Velloso era hijo de Seniofré de Urgel, y reunió bajo su gobierno los condados de Barcelona, Urgel, Cerdaña, Besalú y Gerona; reconquistó Montserrat, fundó el monasterio de San Juan de las Abadesas y vivificó el de Ripoll. Repobló todo el centro de Cataluña y con esto consolidó su unidad interior. Inició la casa de Barcelona, la dinastía catalana que se subordinaría, con la firma del "Matrimonio en Casa" con Petronila de Aragón desde 1150, a la Casa de Aragón. Esta explicación legendaria, presente en Castilla y otros lugares de Europa, refiere que en una de sus gestas decidió, con sus seguidores, una victoria de los francos sobre los normandos. El premio que habría recibido por ello sería un escudo con fondo de oro de manos del rey Carlos II el Calvo. Explica la leyenda que el mismo rey pintó, con los dedos manchados de sangre de las heridas del conde, las cuatro barras rojas. Juan Sans y de Barutell refutaría la credibilidad de esta leyenda.[5]
Juan Sans y de Barutell: Memoria sobre el incierto origen de las barras de Aragón, (1817).

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