ZARAGOZA EN EL S. XIX (2)


En el plano económico, el avance social de la burguesía o va a ir acompañada de las políticas liberales que buscan la liberalización de la propiedad de las tierras. El avance social de la burguesía va a coincidir con la implantación de políticas económicas liberales que buscan fundamentalmente la liberalización de la propiedad de la tierra y cuya medida más trascendental fue la desamortización de los bienes eclesiásticos (la de Toreno-Mendizábal en 1835-36, y la de Madoz en 1855). Sin embargo, la consecuencia de estas medidas va a ser la concentración de estas tierras en manos sobre todo de miembros de la burguesía liberal, que consigue amasar grandes fortunas. Otra consecuencia de la desamortización es la búsqueda de usos civiles para los grandes edificios expropiados a la Iglesia: en 1837 el Ayuntamiento adquiere el convento de Santo Domingo para instalar su sede (hasta entonces ubicada junto a la Lonja y el Puente de Piedra), y la recién creada Diputación Provincial de Zaragoza hace lo propio con el de San Francisco. Las obras de arte procedentes de los conventos desamortizados se depositan en el ex-convento de Santa Fe (serán la base del actual Museo de Zaragoza) y los libros de las bibliotecas conventuales pasan en engrosar una biblioteca pública instalada en el Real Seminario de San Carlos.

Zaragoza comienza a superar poco a poco el estancamiento demográfico ocasionado por la Guerra de la Independencia y, en 1832 se había vuelto a la cifra de 50.000 habitantes y, a finales de siglo, alcanzó los 100.0000. Este crecimiento irá unido a una gran modificación del urbanismo de la ciudad, debido, sobre todo a las desamortizaciones -como pasó en toda España-. Sin embargo, las reformas se van a centrar en el casco antiguo. Así, se proyecta el Salón de Stª Engracia (llamado Paseo de la Independencia desde 1860) donde se instalará la nueva burguesía; el ordenamiento de la plaza de la Constitución (hoy plaza de España); el reordenamiento de la calle D. Jaime (o San Gil) y en en el año de "La Gloriosa" se abre la calle Alfonso I.
También se inaugura el cementerio de Torrero en junio de 1834, se empedran las calles y empiezan a funcionar las farolas de reverbero. Para completar la modificación,
se abren dos nuevos puentes sobre el Ebro: el del ferrocarril de La Almozara y el de del Pilar (Puente de Hierro) en 1895.

Uno de los principales factores que más va a influir en el cambio de la fisonomía urbana de Zaragoza es la llegada del ferrocarril en 1861. La ciudad pasa a convertirse en centro de comunicaciones de todo el nordeste peninsular, lo que originará grandes cambios económicos y condicionará su posterior evolución urbana. El 16 de septiembre de 1861 se inaugura la línea Barcelona -Zaragoza; en 1864 el ferrocarril entre Madrid y Zaragoza llega a la Estación del Sepulcro, y ese mismo año se termina la línea Zaragoza-Pamplona, que enlazaría Madrid con lrún. En 1887 a las estaciones del Norte y del Campo del Sepulcro se une la de Cariñena.

Entre los grandes edificios construidos en este periodo destacan el Matadero Municipal (1885, sede en principio de la Exposición Aragonesa) y la Facultad de Medicina y Ciencias (1893), ambos obra de Ricardo Magdalena En 1892 se reconstruía la iglesia de Santa Engracia y en 1893 se derribaba la Torre Nueva; en 1875, se fundan el Banco de Crédito de Zaragoza y la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Zaragoza (1876), inicio de la actual Ibercaja; en 1887 se instalan los primeros teléfonos en la ciudad (15 abonados), y los primeros tranvías (tirados por mulas hasta 1902) aparecen en 1885 para comunicar la plaza de la Constitución con los barrios periféricos (Torrero, San José, Delicias).



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