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lunes, 9 de enero de 2012

EL CONDE

A las 4 de la tarde de un día como hoy, 9 de enero de 1798 y a los 79 años de edad, moría en Épila el Conde de Aranda. Pedro Pablo Abarca de Bolea, tras pasar por el destierro de Granada y Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) fue amnistiado por un eufórico Godoy y se le permitió retirarse a sus posesiones de Épila (Zaragoza). Llegó el Conde a finales de 1795 y, hasta su muerte, se dedicó a recorrer a caballo sus fincas, en especial la de Mareca, a interesarse por sus fábricas y a escribir cartas y más cartas. Cuentan que después de esas vueltas por la huerta, entraba con el caballo hasta el comedor de su palacio, desmontaba  y se sentaba a la mesa tan pancho. D. Pedro Pablo no había tenido nietos y le gustaba rodearse de los niños para preguntarles si iban a la escuela y si llevaban limpias las manos y las orejas, comprándoles jabón si era necesario. También se confabulaba con ellos para que rompieran a pedradas los cántaros, botijos y otros cacharros que los vendedores llevaban a las fiestas para ponerlos a la venta, mientras, él, oculto, disfrutaba con el enfado del vendedor y, cuando lo estimaba oportuno, salía y hablaba con el perjudicado saldando la deuda de los desperfectos. En fin, un anciano amable y generoso.

(En la imagen, busto del Conde realizado en la Real Fábrica de Porcelana y Loza de Alcora -Castellón- fundada por su padre D. Buenaventura).


1 comentario:

Anónimo dijo...

Leí un libro que me dejaron sobre el Conde de Aranda que estaba bien documentado. Lo escrió un tal Arsenio, de Épila creo, que trabaja o trabajaba en Caja Jalón.
No le pertenecía Bardallur, por lo que nuestro pueblo a penas se nombra.