Recetas cocina de los conventos
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El hambre fue una constante en Europa durante las Edades
Media y Moderna, sobre todo, en los siglos VIII, IX, X y XIV y más tarde, ya en
el período moderno –los siglos XVI y XVII. La mayor parte de la población vivía
en el campo, pero en unas condiciones totalmente precarias y empleando unas técnicas
agrícolas todavía más lamentables. La tasa de mortalidad infantil y juvenil era
abrumadora y el raquitismo y las deformaciones estaban a la orden del día. Sin
embargo, no toda la gente padecía hambrunas. Las mesas de los señores feudales
y del clero monacal estaban siempre repletas. Las calorías diarias de un monje
podían llegar a las 6500 y las de las monjas, a las 4500. El vino y, sobre todo
la cerveza eran las bebidas que más se
prodigaban entre las clases privilegiadas. Si alguna vez habéis visitado un
monasterio, habréis podido comprobar las grandes dimensiones de las cocinas,
las enormes despensas, las bodegas, las cuadras…Es cierto que los religiosos ayudaban
a los pobres –sopa boba- y tenían que cocinar grandes cantidades de alimentos.
En la Edad Moderna,
el pan era el alimento básico. Las malas cosechas llevaban a la escasez y a la subida de precios, lo que ocasionó múltiples
revueltas sofocadas sangrientamente por los nobles en el campo y, por la
burguesía mercantil en los burgos.
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