ASESINATO DE CARRERO BLANCO
Hoy se cumplen 40 años del asesinato del almirante Luis Carrero
Blanco, cuatro décadas en las que no se han podido disipar las sombras
de duda que aún se ciernen sobre el primer atentado de ETA en Madrid por
el que nadie se ha sentado ni se sentará en el banquillo y que fue
perpetrado al día siguiente de la visita del secretario de Estado de EE
UU Henry Kissinger a España.
¿Fue el asesinato del entonces
presidente del Gobierno y mano derecha de Franco una conspiración? Los
expertos así lo creen, pero todavía nadie ha despejado la incógnita. Lo
único seguro es que ETA perpetró la acción. Los terroristas de la
denominada "operación Ogro" eligieron el 20 de diciembre de 1973, con
Franco ya enfermo, para dar un gran golpe que trascendiese las
fronteras.
ETA fue sólo la mano ejecutora, aunque muchos intereses
se escondían detrás de esa acción, según sostiene el periodista y
escritor Manuel Cerdán en su libro "Matar a Carrero Blanco: la
conspiración". Los terroristas pudieron excavar un túnel en la calle de
Claudio Coello, tiraron cable a plena luz del día vestidos con monos de
trabajo y colocaron ocho kilos de goma-2. Hombre de costumbres rígidas y
con escasas medidas de seguridad, ese 20 de diciembre el almirante se
dirigía a primera hora a misa, como todos los días, en el coche oficial
para recorrer el corto trayecto entre su casa, en la calle Hermanos
Bécquer, hasta la iglesia de San Francisco de Borja, en la calle
Serrano.
La tremenda explosión lanzó el vehículo a una altura de
20 metros hasta caer en el patio interior de la casa provincial de la
Compañía de Jesús. El atentado causó la muerte del almirante y de los
dos policías que lo acompañaban. Sus autores fueron los etarras José
Ignacio Múgica Arregui, alias "Ezkerra", Pedro Ignacio Pérez Beotegui,
"Wilson", y José Miguel Beñarán Ordeñana, conocido como "Argala",
asesinado posteriormente en un atentado similar.
En cuanto a quien
estaba detrás de la acción que desestabilizó el régimen y desbarató la
sucesión del dictador, Cerdán, que se ha leído los 3.000 folios del
sumario, plagado de errores "bestiales", asegura que la muerte del
almirante beneficiaba a muchos: a la propia ETA, a la extrema izquierda,
a parte del entorno de Franco o, más bien, de su mujer, a la URSS y a
EE UU. El periodista apunta que a Washington no le gustó nada que Franco
nombrara presidente a Carrero, ya que éste se oponía a la renovación
del acuerdo de las bases americanas. Con Carrero ya en la tumba, Carlos
Arias Navarro refrendó el convenio.
En esta línea, el periodista
Ernesto Villar, autor del libro "Matar a Carrero", dice que, aunque la
idea del atentado no surgió del régimen, desde éste se respaldó por
acción u omisión. En este sentido, apunta que para perpetrarlo sus
autores pudieron moverse por Madrid con toda impunidad, además de
haberse ignorado todos los informes sobre los etarras. No faltan quienes
defienden que el atentado pilló totalmente desprevenido a Estados
Unidos.
Para aquel 20 de diciembre estaba fijado el inicio de un
juicio excepcional: el proceso 1001/72 que se saldó con la condena a
prisión de toda la dirección de Comisiones Obreras.
(INFORMACIÓN EXTRAÍDA DE www.farovigo.es)
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