Los gremios surgieron en Europa durante la Baja Edad Media amparados
en el, cada vez mayor, esplendor de las ciudades. Sus fines tuvieron esencialmente un carácter económico y social,
consistentes en controlar la oferta y los precios de los productos que manufacturaban,
pero también velando por la prosperidad y seguridad de los miembros que los
integraban.
Regulaban la actividad laboral
-horarios, compra de materias primas…- y la formación y aprendizaje de sus asociados, estableciendo una
estricta jerarquía entre ellos. También los amparaba en caso de desgracias como la viudez, orfandad o enfermedad,
a través de pensiones, asignaciones o el mantenimiento de hospitales.
Desarrollaron igualmente labores de carácter religioso expresadas en la veneración de sus
santos particulares y la creación de cofradías.
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