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sábado, 6 de septiembre de 2014

DESCRIPCIÓN


"Comienzo por los cabellos. ¿Ves tú las madejas del oro delgado que hilan en Arabia? Más lindos son y no resplandecen menos; su longura hasta el postrero asiento de sus pies; después crinados y atados con la delgada cuerda, como ella se lo pone, no ha más menester para convertir los hombres en piedra.
Los ojos verdes, rasgados; las pestañas luengas; las cejas delgadas y alzadas; la nariz mediana; la boca pequeña; los dientes menudos y blancos; los labios colorados y grosezuelos; el torno del rostro poco más luengo que redondo; el pecho alto; la redondeza y y forma de las pequeñas tetas, ¿quién se la podría figurar? Que se desespera el hombre cuando las mira. La tez lisa, lustrosa; el cuero suyo escurece la nieve; la color mezclada, cual ella la escogió para sí.
Las manos pequeñas en mediana manera, de dulce carne acompañadas; los dedos luengos; las uñas en ellos, largas y coloradas, que parecen rubíes entre perlas. Aquella proporción que yo ver no pude, no sin duda por el bulto de fuera juzgo incomparablemente ser mejor que la que Paris juzgó entre las tres Diosas".

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

La Celestina de Fernando de Rojas, no la del bar.

J.I.D. dijo...

En efecto, Calixto describe a Melibea.