Los
inquisidores establecían tres categorías de acusados:
- aquellos de los que se piensa que son culpables pero no se han hallado pruebas suficientes para demostrarlo y que además alegan que son inocentes
- los que confiesan que son culpables (convictos y confitentes)
- los pertinaces, que son los que reinciden tras una primera condena y los que lo son por primera vez y se niegan a confesar su culpabilidad a pesar de las pruebas reunidas contra ellos.
A las
primeras categorías se les permite la reconciliación poderse reintegrar a la
Iglesia tras haber abjurado de sus errores. La tercera categoría de acusados,
la de los pertinaces, se dividía en tres grupos:
- el de los penitentes relapsos, los reincidentes que han confesado su culpabilidad y se han arrepentido
- el de los impenitentes no relapsos, los que siendo culpables no han confesado ni se han arrepentido, pero no son reincidentes
- el de los impenitentes relapsos, los que reinciden y siguen sin confesar su culpabilidad.
A los relapsos les espera la hoguera, aunque
con una notable diferencia: los penitentes serán estrangulados antes de
ser quemados; los impenitentes serán quemados vivos
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