JUANA LA LISTA
Después de un rato, los que estaban arriba, que tenían mucha
sed, al ver que no volvían Juana ni la criada, dijeron al criado:
-Baja a la cueva a ver lo que hacen Juana y la muchacha.
El criado bajó y vio a las dos sentadas llorando. Cuando
supo por qué lloraban, se sentó a su lado también, y empezó a llorar a gritos.
Arriba estuvieron esperándole, y, como tampoco subía, dijo el hombre a la
mujer:
-¡Baja a la cueva y mira qué hacen aquellos tres!
La mujer bajó; los encontró a los tres llorando y habiendo
averiguado la causa de su aflicción, se sentó también y empezó a llorar.
El marido esperó un rato, pero como tenía mucha sed y la
mujer no subía, dijo:
-¡Tendré que bajar yo a ver o que hace allí toda esa gente!
Bajó a la cueva; los encontró allí a todos llorando, y,
enterándose de la causa, exclamó:
-¡Qué Juana tan lista tenemos!
Y sentándose también, se echó a llorar. El novio se quedó
arriba largo rato; pero como no volvía nadie, pensó:
-Estarán esperándome abajo. Iré a ver lo que hacen.
Al entrar en la cueva, y viéndolos llorar y gritar
desesperadamente, preguntó:
-Pero, ¿qué desgracia ha sucedido?
-¡Ay, querido Manolito¿ -dijo Juana-. ¡Si al pobre Angelito,
el hijo de nuestra vecina, que tiene cuatro meses, cuando sea mayor le mandamos
a esta cueva a sacar vino, el hacha puede caerle encima y partirle la cabeza!
¡Cómo no quieres que lloremos!
Entonces Manolito dijo:
No necesito mayor entendimiento para el manejo de mi casa.
Puesto que eres tan lista, Juana, me casaré contigo. Y cogiéndola de la mano,
le puso el anillo nupcial y a poco se celebraron las bodas.
(Continuará).
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