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jueves, 26 de febrero de 2015

CUENTO DE CALLEJA

En mi última estancia en Bardallur, la Horten me pasó un cuento de Calleja en un diminuto formato. En cuatro entregas trascribo, tal cual, el relato:

JUANA LA LISTA

Un matrimonio de mediana posición tenía una hija llamada Juana la Lista.
Cuando tenía ya diez y ocho años, dijo el padre a la madre: La casaremos.
-Sí –dijo la madre-.¡Ojalá encontráramos alguien regularmente acomodado que la quiera!
Llegó un día desde muy lejos un tal
Manolito, y pidió su mano: pero con la condición de que Juana fuera tan lista como hermosa.
-¡Oh! –dijo el padre-. ¡No tiene un pelo de tonta!
Cuando estaban sentados a la mesa después de comer, dijo la madre:
-Juana, baja a la cueva y sube vino.
La moza cogió el cántaro y bajó a la cueva; allí puso una silla delante del cubo para no tener que bajarse y evitar hacerse daño.
En seguida acercó el cántaro con el pie. Mientras dejaba correr el vino, alzó sus ojos para mirar a la pared y vió un hacha que los albañiles habían dejado en la pared. Entonces Juanita La Lista echó a llorar, y dijo:
-¡Si por casualidad mandamos al hijo de la vecina que venga a la cueva a buscar vino, podría suceder que el hacha le cayera sobre la cabeza y le matara!
Y sin moverse del sitio, se quedó llorando la posible desgracia.
Arriba esperaban la bebida, pero Juanita La Lista no subía.
Entonces dijo la madre a la sirvienta:
-Baja a la cueva a ver lo que hace Juana.
Fue la criada y la encontró sentada delante del cubo llorando y gritando:
-Juana, ¿por qué lloras? –le preguntó.
-¡Ay! –contestó- ¿No he de llorar? ¡Si alguna vez nos ocurre mandar al hijo de la vecina a buscar vino, el hacha podrá caerle sobre la cabeza y matarle! Y entonces ¿qué dirá de nosotros la gente maliciosa?
La criada pensó:
-¡Qué Juana tan lista tenemos!
Y sentándose a su lado, empezó también a llorar la desgracia.


(Continuará).

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