BLOG DIVULGATIVO

miércoles, 25 de febrero de 2015

FOTOS ANTIGUAS

En esta imagen vemos a mi tío Juan José, hermano de mi padre y de mi tía Carmen, ofreciendo un cigarro a Ángel Fau a la salida, supongo, de la iglesia (Marianistas, creo recordar) donde se casaron mi primo J.A. Marín y Angelines Lasheras hace, por lo menos, 35 años.
Mi tío Juanjo fue policía nacional y sus últimos años, ya brigada, los pasó en el País Vasco, en Basauri, si no recuerdo mal. Cuando se retiró, se fue a vivir, junto a Marisa, su mujer, prácticamente todo el año, a un pueblo de la costa tarraconense. Sus dos hijas e hijo, viven en Zaragoza.
Por su parte, el Ángel era un fino carpintero -el oficio le costó un dedo- que trabajó casi toda su vida en el taller de mi abuelo Juan. Era soltero y vivía en la misma casa que mis abuelos, en la calle Baja, la que fue o es -desconozco la situación actual- casa rural. El Ángel era muy amigo de mi tío Antonio Marín y adoraba a mi primo.
Procedía de Lumpiaque y era un hombre afable y templado que leía novelas del oeste de Marcial Lafuente Estefanía y fumaba como un carretero, nunca mejor dicho. Todavía lo veo, junto a la estufa, con la novela o el Heraldo pegado al ojo -veía poco o muy poco y, alguna gente, para referirse a él, le decían "Magú" de "Magoo" -el personaje cegato de dibujos animados-. También le gustaba mucho jugar a las cartas -subastao, rabino...- en el Café del Tio Manolín, también conocido como el de Santos o el de la María. Gracias a la  relación del Ángel con mi familia, cuando yo hice la mili en Jerez, me alojé en casa de su hermano Luis, en Vallesequillo, barrio donde se establecieron la mayoría de los maños que habían bajado a estas tierras a trabajar en las azucareras cuando cerraron las de Épila y Terrer. Una buena persona que tuvo que aguantar las "picás" de mi padre durante muchos años.

1 comentario:

Anónimo dijo...

A mí, de chica, todos los domingos me daba la paga al salir de misa y luego por la tarde en la café del Tío Manolín el kas con limón (era como un ritual).
Nunca olvidaré mi despedida (pues fue la última vez que hablamos, unos días antes de morir él) por teléfono, que no pudimos aguantar las lágrimas ninguno de los dos. Todos nosotros le queríamos mucho y él a nosotros, siempre nos defendía ante las riñas de los padres y abuelos. Nos vio nacer a todos. Todo mi cariño estés donde estés.
CMarin