El día 26 salí de El Puerto sobre las 8 menos cuarto. Buen tiempo durante todo el viaje y poco tráfico. Al llegar a Épila apareció la niebla. Llegué a casa y descargué los bártulos entre los que se encontraban 4 sillas que había traído para la cocina de la casa -en la imagen- y, tras preparar la cama y colocar la ropa y depositar la comida en el frigo, salí al bar. Allí estaban el Medrano, el Santiago el veterinario y sus hijos, mi hermano Fernando, el Antoñín el autobusero, el Octavín, el Manolo, María josé la pirula y, por supuesto, la Ana, la camarera rumana de casi toda la vida. Más tarde llegó el Arilla y algún que otro forastero. Tras tomarnos unos vinos nos fuimos a cenar a la Peña. Allí saludé a los güitres de ambos sexos -en la imagen- y nos comimos unos excelentes caracolicos en salsa, un suculento ternasco a la brasa y una sabrosa sobrasada picante del mondongo que hacen el Pablo y la Lola junto a sus amigos de Palma. De postre, sanví, es decir, panceta a la parrilla metida en pan. Unos dulces de coco de la repostera Angelines -en primer término, en la foto- y unos chupitos. Al salir tiré una foto a la antigua casa del Donato, que desde hace un tiempo es de un hombre de Zaragoza, y que suele iluminarla para estas fechas tan señaladas. Después al bar y, poco más tarde, a la cama, estaba "reventau".
El día 26 salí de El Puerto sobre las 8 menos cuarto. Buen tiempo durante todo el viaje y poco tráfico. Al llegar a Épila apareció la niebla. Llegué a casa y descargué los bártulos entre los que se encontraban 4 sillas que había traído para la cocina de la casa -en la imagen- y, tras preparar la cama y colocar la ropa y depositar la comida en el frigo, salí al bar. Allí estaban el Medrano, el Santiago el veterinario y sus hijos, mi hermano Fernando, el Antoñín el autobusero, el Octavín, el Manolo, María josé la pirula y, por supuesto, la Ana, la camarera rumana de casi toda la vida. Más tarde llegó el Arilla y algún que otro forastero. Tras tomarnos unos vinos nos fuimos a cenar a la Peña. Allí saludé a los güitres de ambos sexos -en la imagen- y nos comimos unos excelentes caracolicos en salsa, un suculento ternasco a la brasa y una sabrosa sobrasada picante del mondongo que hacen el Pablo y la Lola junto a sus amigos de Palma. De postre, sanví, es decir, panceta a la parrilla metida en pan. Unos dulces de coco de la repostera Angelines -en primer término, en la foto- y unos chupitos. Al salir tiré una foto a la antigua casa del Donato, que desde hace un tiempo es de un hombre de Zaragoza, y que suele iluminarla para estas fechas tan señaladas. Después al bar y, poco más tarde, a la cama, estaba "reventau".
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