La Residencia de Estudiantes en la calle Pinar, 23 de Madrid.
(Sic) Un día, el anuncio rezaba: "Mañana visita a El Prado con Luis Buñuel". Me siguió un nutrido grupo de norteamericanos, que no sospechaban la superchería, lo cual me dio un atisbo de la inocencia norteamericana. Mientras los llevaba por las salas del Museo, les decía lo primero que se me pasaba por la imaginación,: que Goya era torero y que mantuvo funestas relaciones con la Duquesa de Alba, que el cuadro de Berruguete "Auto de fe" era una obra maestra por que en él había más de 150 personajes (...) Los norteamericanos me escuchaban muy serios, y algunos hasta tomaban notas. Pero unos cuantos fueron a quejarse al Director
.
A Luis Buñuel le dio un día por dedicarse al hipnotismo. Al parecer era bastante bueno y dejaba sonámbulas a las personas hablándoles y haciendo que miraran su dedo índice. Algunas veces le costaba trabajo despertar a los hipnotizados y, en una ocasión, la hermana de una fulana de un burdel de Madrid, quedó en trance cuando Luis aplacaba a la putita que tenía como nombre Teresita y que había sido agredida por un amante despechado, un vasco estudiante de Medicina. La hermana murió a los pocos meses de sucederle esta situación hipnótica y Buñuel, muy impresionado por la muerte, dejó de practicar el hipnotismo.
También jugaba a descubrir al asesino.
(Sic) También me presto con frecuencia a los juegos de adivinación. Por ejemplo, el juego del asesino: en una habitación en la que se encuentran una docena de personas, elijo a una mujer que sea especialmente sensible (dos o tres pruebas permiten descubrirla). Pido a los demás que elijan un asesino y una víctima y que escondan en algún lugar el arma del crimen. Mientras se hace la elección salgo de la habitación, luego vuelvo a entrar, me vendan los ojos y tomo de la mano a la mujer. Damos lentamente una vuelta por la habitación y, por regla general -no siempre- descubro con bastante facilidad a los personajes designados y el arma del crimen, guiado, sin que la mujer lo sepa, por las levísimas, casi imperceptibles presiones de su mano.
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