La Patagonia y la porción occidental de la región de
la Pampa habían estado habitadas antiguamente, como todas, por pueblos indígenas. Desde mediados del
siglo XVIII venía existiendo un conflicto continuo entre los indígenas,
sobretodo “los mapuches” y la población
blanca. La razón era el dominio de su
territorio y de los recursos ganaderos del mismo. Ante el avance del gran
territorio que iban ocupado los blancos, los indígenas reaccionaron y
lanzaron numerosos ataques rápidos y
sanguinarios contra los invasores y sus ganados. A dicho modo de luchar se le
llamó el
“malon”.
Buenos Aires reaccionó enviando primero al general
Alsina y, después, al general Julio A.
Roca quienes llevaron a cabo la campaña
llamada “Conquista del Desierto”.
El nombre del Catriel con el que se bautizó aquella
población se debe al del linaje de una dinastía de caciques de la Pampa. En la
plaza del propio pueblo existe un monumento al indio Catriel.
En esta provincia de Río Negro se ven a un lado y otro
de la carretera, las bombas extractoras de petróleo, llamadas por los vecinos
del entorno“guanacos” por su silueta parecida a la de este animal, al que luego
nos referiremos. También a un lado y otro de carretera se ven altares dedicados, unos al mestizo Ceferino, hijo de padre mapuche y otros, al gauchito Gil.
Desde Catriel llegamos a Cipolletti tras haber dejado
atrás las poblaciones de Barda del Medio y la de Cinco Saltos. En Cipolletti
nos comimos las ricas milanesas (escalope o carne empanada o rebozada) que
había preparado la prima Margarita, familiarmente Kuky.
En Cipolletti, tras repostar en una gasolinera de la
marca YPF (la preferida del primo Roberto y cuyas siglas traduce como “Ya Pario
Filomena”) tomamos la RN 22 que nos llevó hasta Darwin, tras haber pasado por
Allen, General Roca, Ingeniero Huergo, General Enrique Godoy, Villa Regina,
Chichinales, Chelforo, Chimpay, y Coronel Belisle.
Esta ruta discurre por el Alto Valle del Río Negro,
donde se cultivan frutales, especialmente peras y manzanas de la Patagonia.
Frecuente es ver en noviembre puestos de vendedores de cerezas y sandías en los
costados de la carretera. También se ven en los canales artificiales de riego
construidos de hormigón, a los mozalbetes locales bañándose, o “capuciando“
como hacíamos en Bardallur en la acequia Grande en el “Pocico del tío
Valentín”.
A siete kilómetros de Darwin llegamos a Choele Choel,
población ésta en la que habíamos contratado previamente un hotel. En esa
población cenamos y pernoctamos y de buena mañana salimos por la RN 250 camino
de Luis Beltrán.
Según el General Olascoaga el nombre de Choele Choel
se tomó del nombre que los indios daban a las cortezas de árbol que en las
crecidas el Río Negro arrastraba y que, como “espantajos”, dejaba enredadas en
las ramas de los árboles.
Choele Choel, en la comarca de Avellaneda, es un oasis agrícola regado por el citado río
en cuya zona se forman un conjunto de islas.
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