(Sic) Para acceder al rango de caballero había que amar a Toledo sin reserva, emborracharse por lo menos toda una noche y vagar por las calles. Los que preferían acostarse temprano no podían optar más que al título de escudero (...)
La fonda en la que nos hospedábamos, lejos de los hoteles convencionales, era casi siempre "La Posada de la Sangre", donde Cervantes situó "La ilustre fregona". La posada apenas había cambiado desde entonces: burros en el corral, carreteros, sábanas sucias y estudiantes. Por supuesto, nada de agua corriente, lo cual no tenía más que una importancia relativa, ya que los miembros de la "Orden" tenían prohibido lavarse durante su permanencia en la ciudad santa. Comíamos casi siempre en tascas, como la "Venta de Aires", en las afueras, donde siempre pedíamos tortilla a caballo (con carnes de cerdo) y una perdiz y vino blanco de Yepes (...)
Después, subíamos a la ciudad para perdernos en el laberinto de sus calles, acechando la aventura (...)
Toledo tenía una academia militar de cadetes. Cuando se producía una riña entre un cadete y un ciudadano, los camaradas de aquel hacían causa común y se vengaban brutalmente del insolente que había tenido la osadía de medirse con uno de ellos. Eran realmente terribles. Una vez nos cruzamos con dos cadetes por la calle y uno de ellos, agarrando del brazo a María teresa León, la esposa de Alberti, le dice: "¡Qué cachonda estás!". Ella protesta, ofendida, yo acudo en su defensa y tumbo a los dos cadetes a puñetazos (...)
2 comentarios:
Colgarlo en la página es un acierto. Felicidades.
"Venta de Aires", ahora ya no es una tasca, se ha convertido en uno de los restaurantes emblemáticos de la ciudad, y venir a Toledo a comer perdices es venir a este restaurante. Doy fe de que están buenísimas. Lo de la tortilla no tengo el gusto y el vino de Yepes.... pues.... vivo en Yepes.
CMarin
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