En la carnicería del super del barrio me aconsejaron un día que me llevase chuletas de cerdo alimentado con castañas. Nos gustaron mucho, sobre todo, por su textura y sabor, pero también por el precio, algo superior al del cerdo normal, pero por debajo del ibérico. Desde entonces, siempre que toca comer esta parte del cochino, las pido, eso sí, un poco más gruesas de lo normal, para que queden más jugosas. Siempre las hago a la plancha, que es como a nosotros nos gustan más.
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