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jueves, 30 de junio de 2016

LA BATALLA DE ORÁN (1732)



Debido a la iniciativa del Cardenal Cisneros, la plaza de Orán y su inmediato puerto de Mazalquivir, uno de los mejores del norte de África, fueron tomados por los españoles en 1508. Casi exactamente dos siglos después, todo se perdió durante la Guerra de Sucesión Española, cuando, atacada la plaza por las tropas argelinas, se envió en su socorro a dos galeras españolas, al mando de Luis Fernández de Córdoba, caballero de Alcántara y conde de Santa Cruz de los Manueles, con 57.000 pesos, provisiones y refuerzos de toda clase. Pero, al salir de Cartagena, el conde decidió pasarse a los partidarios del Archiduque de Austria, con los dos buques y el socorro, a pesar de la oposición de los capitanes de las galeras. Orán quedó totalmente a merced de los argelinos.
Consolidada la nueva dinastía borbónica en el trono, y reconstruidas las fuerzas navales y militares, Felipe V  planeó recuperar la importantísima plaza y puerto, vitales para controlar la plaga de corsarios que asolaba por entonces nuestro comercio marítimo, la pesca y hasta las poblaciones costeras. 
Previamente, y siguiendo órdenes del gobierno, el general Blas de Lezo se dirigió con su escuadra de seis navíos a la entonces república independiente de Génova, con la que había tensiones diplomáticas, por lo que su banca retenía nada menos que dos millones de pesos fuertes, pertenecientes a la Real Hacienda. Lezo, tras fondear frente al puerto italiano, exigió a las autoridades rindieran honores al estandarte real como desagravio y que  devolvieran inmediatamente los fondos incautados, mostrando su reloj a los enviados genoveses y señalando un plazo, transcurrido el cual, su escuadra rompería fuego sobre la ciudad Ante la tajante advertencia,  ambas peticiones fueron satisfechas.  Medio millón de pesos fueron enviados al infante D. Carlos (futuro Carlos III de España) y el resto se remitió a Alicante para sufragar la campaña que se estaba organizando para recuperar Orán.
La flota reunía 12 navíos de línea, 2 fragatas, 7 galeras, 2 bombardas, 30 buques menores y cerca de medio millar de mercantes, grandes y pequeños, transportando al ejército de desembarco, al mando del conde de Montemar. El de la escuadra era el teniente general Cornejo, figurando como segundo jefe, con insignia en el navío “Santiago” el entonces jefe de escuadra Lezo.
Tanto el desembarco como el asalto, obtuvieron un éxito completo y rápido, cayendo Mazalquivir y Orán en manos españolas, ante el pánico de los defensores, entre el 29 de junio y el 1 de julio de 1732. Lezo recibió entonces la orden de escoltar, con su división, un convoy de regreso de 120 velas a Alicante, para, posteriormente, dirigirse a Cádiz. 

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