Cuando Obama ocupó la Casa Blanca hace casi ocho años, se
encontró con un problema inesperado, mucho más grave que su raza o su poco
definida religión: no tenía perro. Hubo de comprarse uno a toda prisa, porque
en los Estados Unidos hace mucho que se llegó a la peregrina conclusión de que
quien carece de perro es mala persona. España presume de ser un país muy
antiamericano, pero copia con servilismo todas las imbecilidades que desde allí
se exportan, y casi ninguna de las cosas buenas o inteligentes. En la beatería
por los chuchos (y por extensión por todos los animales, dañinos o no), estamos
alcanzando cotas demenciales y, sobre todo, los dueños de canes quieren imponer sus mascotas a los
demás, nos gusten o no.
Artículo completo de Javier Marías:
http://elpaissemanal.elpais.com/columna/perrolatria/?id_externo_rsoc=FB_CM
No hay comentarios:
Publicar un comentario