Claro que los chicos de Podemos se lanzan como auténticos cernícalos, con lenguaje soez y chocarrero, contra cualquier bípedo, sea periodista o concertista de chelo que ose poner en cuestión alguna de sus verdades inamovibles.
Será, quizá, fruto de esa dualidad no resuelta de Podemos de querer estar al plato y a las tajadas, de sentarse en el Parlamento y ocupar las calles. ¿Presionan, amedrentan, aterrorizan? Pues tampoco es para tanto, que dicho y firmado lo anterior, van a permitir que este vetusto Ojo, tantos siglos encima y tan insultado, les asegure que existen en otros lugares mejores profesionales de la extorsión, mucho mejores, ciertamente con métodos más educados, pero con cargas más mortíferas. Es imposible discrepar de alguna gamberrada de Pablo Iglesias –y de varias guardamos recuerdo- sin que una tropa de patanes y zampabollos llenen las redes sociales para lapidar a quien ha osado levantar el dedo, sin duda un lacayo de la derecha cavernaria, del corrompido dúo PP-PSOE, del siniestro Ibex y, si me apuran, del todopoderoso imperialismo yanqui.
¿Acaso duda alguien de que el PP, el Gobierno, sus ministros y gabinetes de comunicación presionan tanto o más? ¿El PSOE o sus barones no hacen lo propio? ¿Los bancos, las grandes compañías? Recibir insultos en mil tuits es insufrible, pero a veces una llamada, una simple llamada, es mucho más letal. Ni lo duden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario