La Reforma Laboral era otra patata caliente. Al frente del
Ministerio de Trabajo se situó al socialista Largo Caballero, miembro del
sindicato UGT. Su objetivo fue la mejora
de los asalariados agrarios con objeto de evitar su radicalización y así,
ganarlos para la causa ugetista. Relegó a la CNT de los órganos corporativos y
realizó diferentes actuaciones para la mejora de las negociaciones con la
patronal. Debido a las inversiones en infraestructuras, el paro disminuyó sin
elaborarse un verdadero plan.
La cuestión nacionalista fue, también, un tema peliagudo,
aunque la República lo abordó con valentía. En Cataluña, tras un tortuoso
camino, se aprobó el estatuto de autonomía en 1932; mientras que en el País
Vasco y en Galicia, sus respectivos
estatutos se aprobarían en 1936.
Todas estas cuestiones pasaron factura al gobierno
republicano y, en las elecciones de noviembre de 1933 –en las que por primera
vez podían votar las mujeres- , el vuelco fue espectacular. La C.E.D.A.
(Confederación de Derechas Autónomas Españolas) de Gil Robles y el Partido
Radical de Lerroux se hicieron con el poder. El Partido Socialista, otros
partidos centristas y nacionalistas catalanes, vascos y gallegos componían la
dura oposición al gobierno lerrouxista. Fue éste un período muy inestable –hubo
en dos años ocho crisis ministeriales- con muchos cambios en las presidencias
gubernamentales.
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