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domingo, 23 de julio de 2017

LA BATALLA DE ÉPILA (1808)

                                                                                                        Imágenes de Palafox y Lefebvre.

El 23 de julio de 1808 un ejército formado por tropas regulares y paisanas al mando del mismísimo general Palafox hizo frente a tropas francesas y polacas de la Legión del Vístula integradas por más de 2.000 infantes y de 300 hombres a caballo que siguiendo las ordenes del mariscal francés François Joseph Lefèbvre tenían intención de imposibilitar cualquier suministro, ya sea de hombres o víveres, a la sitiada Zaragoza.

                                                                                               Tropas polacas de infantería y caballería.

Palafox acondicionó un cordón defensivo sustentado en tres puntos clave: el río Jalón a la izquierda, una paridera sita en el llamado Camino de Zaragoza de Épila, a la derecha y las “Hermanicas” de Rueda, en el centro. Enseguida se percibió la inferioridad española y Palafox ordenó el inmediato repliegue hacia el santuario de Rodanas, para luego, dirigirse a Calatayud y admitiendo que fue la caballería del comandante Francisco Ferraz, apostada en Rueda, la que logró salvar con sus maniobras al grueso de su ejército. Pese a todo, el día 24, los franceses al destruyeron la artillería que se había ubicado en el “Cabezo de la Horca” y más tarde en “El Calvario” y se apoderaron de la población, la saquearon, y, según López Correas, mataron al cura y degollaron a casi 4 decenas de epilenses, aunque respetaron al cirujano y a los enfermos y heridos.

Bardallur, según Lázaro Sebastián, no fue ajeno a la contienda. Los franceses exigieron al pueblo suministros de pan y vino. Lo corrobora un comunicado con fecha 22 de junio firmado por el alcalde Joaquín Gil pidiendo ayuda a Palafox, ya que se habían negado y los vecinos les habían hecho una “descubierta, en donde se les hizo fuego”. El peligro era real pues la pena de muerte era inminente si eran capturados. De ahí que la mayoría de los habitantes hubiese adoptado ya la medida de abandonar el pueblo y dirigirse a los montes del término como era práctica habitual.

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