1516, Fernando II de Aragón otorgó el testamento definitivo en la localidad de Madrigalejo, donde tuvo que hacer parada debido a su enfermedad cuando se dirigía de Plasencia a Guadalupe (Cáceres). El rey se hospedó en la Casa de Santa María regentada por religiosos y fue allí donde firmó el testamento que unificó los dos reinos en los que estaba dividida España, en el que dejó escrito que le enterrasen en la Catedral de Granada junto a la Reina Isabel y que su nieto Carlos V, que acabó eligiendo Extremadura para pasar sus últimos días, fuera quien reinase por la incapacidad de hacerlo de su hija Juana. Al día siguiente, Fernando El Católico moría en Madrigalejo.
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