Tal día como hoy de 1707, las tropas de Felipe V conseguían vencer en la batalla de Almansa (Albacete) a los aliados holandeses, ingleses y portugueses, lo que dio un vuelco en la Guerra de Sucesión al trono de España. Aragón, que se había posicionado a favor del archiduque Carlos de Austria, sufrirá dos meses más tarde las consecuencias de la citada batalla. Felipe de Anjou -primer Borbón en España-, aconsejado por su abuelo Luis XIV de Francia, suprimió los Fueros aragoneses (29-VI-1707), aplastando, con los Decretos de Nueva Planta y otras medidas, el Derecho penal privativo de este reino, al Justicia y su tribunal, disolvió las Cortes -que nunca convocó-, la Diputación, el virrey y el Consejo de Aragón; asimismo creará la Audiencia, es decir, tribunales que actuarán según el Derecho castellano, y el Tribunal del Real Erario; el reino fue dividido en distritos militares y fueron suprimidas las barreras económicas entre Castilla y Aragón; en definitiva, creó el Estado español centralizado. Aragón perdió de esta forma la condición de reino con órganos administrativos independientes, uniformándose en todo con las leyes y gobierno de Castilla. La resistencia a la centralización fue mínima, porque las reformas fueron impuestas durante la guerra. Tan sólo dejó a salvo la jurisdicción eclesiástica y los privilegios tanto para la nobleza como para las ciudades que permanecieron fieles.
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