RECUERDOS INFANTILES

Ayer, desde el apartamento en el que vivimos oí dos mensajes de megafonía que partían de sendas furgonesas. Una era de unos tapiceros que conocemos, por haber sido el pequeño alumno nuestro, que anunciaba que recogían y devolvían a domicilio el mueble a reparar y, la otra, era de un afilador que se anunciaba con el clásico silbido que produce esa especie de instrumento musical llamado chiflo. Me vinieron a la cabeza imágenes del pasado cuando los afiladores, en su mayoría procedentes de aldeas pobres  de Galicia, sobre todo de Orense, venían con artilugios de rueda grande y, después de chiflar anunciaban: ¡Niñas, ha llegado el afilador. Se afila todo lo que corta: navajas, cuchillos, tijeras...! Incluso arreglaban varillas de paraguas. Más adelante, hacia mitad de los 60 empezaron a llegar en bicicleta y luego en moto. Eran sufridos empresario-obreros que recorrían los pueblos sin fecha de retorno, como podían ser los segadores, vendimiadores...no eran, por tanto, estacionales.
También me acuerdo del hombre de Épila que venía a recoger los anchos de las carnicerías metiéndolos en una caja que solíamos abrir para verlos y oler su pestilente aroma. También recuerdo a quincalleros y gitanos acampar junto al molino de aceite, junto a la acequia Grande. ¿Y los charlatanes vendedores de mantas? Estos si que eran un espectáculo.También recuerdo que para las fiestas llegaban vendedores ambulantes que ponían sus  y de los cigarrillos de manzanilla que tenían a la venta, además de chucherías, tebeos, chifletes...Sandieros y meloneros todavía siguen y mercaderes de ropas y zapatos también suelen ponerse en la Plaza de vez en cuando. También tengo la imagen de los pobres (pobros, los llamábamos) que pedían por las casas algo para su sustento. En fin, era el Bardallur profundo de los sabañones y la roña.