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miércoles, 27 de junio de 2018

ZARAGOZA EN TIEMPOS DE LOS AUSTRIAS (1)


Zaragoza fue en el siglo XVI una hermosa ciudad que el pintor flamenco Anthonius van den Wyngaerde dibujó en 1563, cuando la visitó como miembro de la comitiva real que acompañaba a Felipe II en su viaje a esta población.
En la obra, ya se refleja una etapa de esplendor artístico y espiritual, favorecida por la bonanza económica,quedando reflejado en sus aspectos culturales (creación de la universidad gracias a Pedro Cerbuna, el conocimiento del erasmismo gracias a la imprenta...), y artísticos, con la construcción de numerosos palacios renacentistas y lel florecimiento de las bellas artes destacando la producción escultórica con las figuras importantes de Damián Forment y Gil Morlanes, el primero por sus actuaciones en El Pilar y, el segundo, por su obra en Santa Engracia.
La ciudad estaba organizada en un doble recinto amurallado, en el interior, de piedra (romana y musulmana) y el exterior, de ladrillo, abarcando los extramuros de San Pablo, por un lado y, San Miguel , por otro. Las calles eran estrechas, pero pavimentadas y limpias. La más ancha era el Coso, destacando sus grandes y suntuosos palacios de ladrillos.
La renovación urbana del XVI, que supuso la casi total desaparición del caserío medieval, estuvo en manos de una clase social pudiente. Éstos fueron los dueños de numerosos edificios palaciegos construidos al gusto artístico italiano, pero siguiendo ciertos cánones tradicionales y mudéjares. De comienzos de siglo permanecen la casa de los Torrero y la de los Huarte; hacia 1540 se edificó el palacio de Don Lope, también llamado de la Real Maestranza de Caballería; a partir de 1550 los edificios se decantan por más estilo humanista y una técnica decorativa manierista, de lo que son buenos ejemplos la casa de Gabriel Zaporta, la del Conde de Morata y la de los Morlanes. En fechas más avanzadas el conde de Sástago edificó en el Coso su residencia, algo alejado  del primer renacimiento.
Zaragoza alcanza en este siglo unos 25.000 habitantes, siendo la parroquia de San Pablo la más populosa, seguida de la de El Pilar, la Magdalena, San Miguel, San Gil y La Seo; el barrio de San Andrés o San Pedro eran núcleos más pequeños. Es una ciudad en desarrollo, que crece  demográficamente gracias a la expansión económica y a la inmigración (francesa, sobre todo -ya hablé de ello en entradas anteriores-) y  a pesar de las periódicas malas cosechas, hambrunas, pestes y guerras. Estas etapas de deterioro social provocaron una intensa actividad asistencial y de beneficiencia a través de instituciones muy arraigadas en la ciudad, como el Hospital de Nuestra Señora de Gracia.
El desarrollo urbanístico impulsó  la demanda de productos agrícolas con la que abastecerse, cultivados según diversos medios de propiedad y arrendamiento. La necesidad de disponer de tierras para el cereal y los viñedos dio lugar al aumento de las roturaciones, desde la vega a los eriales y montes circundantes. Los huertos procuraban a los mercados multitud de herbáceas y frutas, y la necesidad de regadíos llevó a la construcción de la Acequia Imperial. En los barrios de San Pablo, Altabás, y algo menos San Felipe, se concentraba la actividad textil de cardado, hilado, tejido y tintura. Estos últimos pronto se trasladarían, junto con los curtidores (tenerías) a San Miguel, debido tanto a la insalubridad y malos olores de sus instalaciones, como a la necesidad de agua corriente que ahí tomaron del río Huerva.
La burguesía mercantil de Zaragoza (judíos conversos en su mayoría) controló la economía y en 1551 se inauguró la Lonja de Mercaderes, obra de Juan de Sariñena y aportaciones de Gil Morlanes "El Joven".
En el ámbito político, la Zaragoza del siglo XVI fue la ciudad de los Austrias mayores, Carlos I y Felipe II. Con ellos se dieron diversas relaciones conflictivas, provocadas casi siempre por la lucha entre el poder real y la salvaguarda de los fueros de Aragón. A finales de siglo se produjeron las famosas revueltas que dieron lugar a la decapitación del Justicia de Aragón Juan de Lanuza "El Mozo" y, como consecuencia, el afianzamiento del poder real.

Pincha abajo para ver un plano interctivo de la Zaragoza del S. XVI:


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