1835, se produce el extrañamiento de los jesuitas de España. ¡Hala!, pensaréis, éste ha metido la gamba y acaba de escribir un anacronismo. Pues no, no me he equivocado. No estoy hablando de la primera expulsión decretada por Carlos III en 1767 de la Orden y de la confiscación de sus bienes por su implicación en el famoso "Motín de Esquiache". En el período neocatólico del felón Fernando VII, fueron readmitidos y restituidos todos sus bienes. Antes de morir (1833), el Borbón derogó la Ley Sálica que prohibía reinar a las mujeres en detrimento de su hermano Carlos Isidro, lo que dio origen a la denominada 1ª Guerra carlista (1833/1839).
En 1835, reinando Isabel II, y en pleno desarrollo de la guerra, presidía el gobierno de Madrid el conde de Toreno que, bajo el pretexto de que los jesuitas estaban ayudando a los carlistas, ordenó su expulsión y la confiscación de sus bienes. Un año más tarde, ante la situación en la que se encontraba la Hacienda Real, se llevó a cabo la desamortización de Mendizábal, en la que se confiscaron los bienes del clero que se subastaron públicamente, aunque fue la nobleza y los grandes burgueses los que se quedaron con todo.
Todavía tendrían que soportar una nueva expulsión, la de 1932.
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