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jueves, 2 de agosto de 2018

TAL DÍA COMO HOY ...


del año 49 a. C., finalizó  -solo duró 3 días- la “Batalla de Ilerda”, en la actual provincia de Lérida,  donde se enfrentaron los ejércitos de Pompeyo Magno y Julio César.

Julio Cesar, tras el golpe de estado que supuso haber cruzado el río Rúbicón - frontera entra la Galia e Italia - se apoderó de toda la península italiana, gracias al apoyo de las ciudades y la velocidad de su ejército, asegurando la llegada de trigo a Roma, tras tomar de forma audaz las islas de Sicilia, Córcega y Cerdeña.

Una vez conquistada Italia y tomada Roma, César, tenía legiones en Hispania, por lo que no hacer nada habría sido su fin y, por ello, decidió marchar primero a Hispania para eliminar el peligro que supondría para su retaguardia, si se dirigía hacia Grecia, donde se había refugiado Pompeyo: "Me enfrentaré primero a un ejército sin general y después a un general sin ejército", fueron sus palabras.


En  Hispania, los ejércitos estaban igualados en número de soldados, pero la habilidad de César y la veteranía de sus tropas, adiestradas en la Galia, provocaron que los pompeyanos se rindiesen el 2 de agosto del mismo año, prácticamente sin combatir.

El ejército pompeyano, al mando de los generales Afranio y Petreyo, estaba situado junto a la ciudad amurallada de Ilerda y Cesar colocó su campamento cerca de ellos, en la margen derecha del Segre y  una riada  a finales de junio, provocó que soló quedara en pie el puente de piedra de Ilerda, siendo controlado por las tropas de Pompeyo.

No obstante Afranio, temiendo ser sitiados en la ciudad, decidió marchar - probablemente hacia Mequinenza o Ribarroja -.  César lo persiguió , pero sin presentar batalla, cortándole el paso en Mayals a finales de julio, lo que provocó deserciones en la filas de Afranio, al dejarles sin abastecimiento de agua, pues sus tropas controlaban las salidas.

Cortada su retirada, Afranio intentó desesperadamente volver a Ilerda pero acorralado y sin provisiones, el 2 de agosto decidió rendirse sin apenas haber luchado, de una forma pacifica y no deshonrosa, pues los soldados que quisieron pudieron alistarse en el ejército de César, aunque la mayoría fueron licenciados.

Pero la guerra no terminó allí.

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