PROBLEMA

Un cazador del Barrio del Cuenco de Garrapinillos, provisto de su licencia de caza, salió aquel día muy temprano con su galgo “Canelo” a ver si levantaba “de la cama”, a esa libre que “era la más grande que habían visto en su día”, según se decía en los ambientes cazadores. La liebre había sido vista en más de un ocasión en la Dehesa de Ganaderos. Su potencia era tal, que ningún galgo se había podido hacer con ella.

Otro cazador de Bardallur, con su galga “Bandera” y su permiso de caza, salió también ese domingo, a ver si conseguía algún conejo o liebre en el Coto de Campablo.
Total que el del Cuenco consiguió pronto su propósito y, apenas una hora después de la salida del sol, de debajo de una mata en un rastrojo, saltó una liebre que emprendió una huida en dirección al Coto de Campablo. Lo hizo con tanto brío como lo hacen los aviones cazas cuando despegan del aeropuerto próximo.
El del Cuenco empezó a gritar desesperado. Todo ello para avisar y animar a su galgo para que persiguiera aquella liebre. Canelo lo hizo con prontitud.
Si Canelo corría mucho, la liebre tanto o más, así que, entre un zigzag y otro de la liebre, pronto una y otro se introdujeron en el Coto de Campablo.
Aquella jota navarra de tanta fama, viene bien para describir aquella carrera de liebre y galgo:
“Lleva mi galgo una liebre, carretera de Logroño, lleva mi galgo una liebre. Déjalo que vaya y vuelva, que el que la sigue la entiende”.
Total que, ya en el Coto de Bardallur, la liebre, con gran sofoco en su cuerpo, se va a topar con el cazador de Bardallur. La galga Bandera que la ve, emprende su persecución a toda velocidad y, la liebre, sacando fuerzas con toda su alma, emprende la dirección del Coto de la Coscolleta. En este coto último es donde se introducen de seguido liebre y Bandera.
Al cabo de unos minutos, el galgo Canelo aparece por el lugar aunque un poco desorientado. Tan desorientado que solamente “al tentó”, olfateando el rastro, aunque no viendo a la presa, se introdujo corriendo también en el Coto de la Coscolleta.
Cuando ya había pasado un rato, llega al lugar donde estaba el cazador de Bardallur, el cazador del Cuenco. Sacaron la bota, echaron un trago y ambos, al unísono, se quedaron a esperar acontecimientos.
Pasado un cuarto de hora, apareció la galga Bandera con la liebre “más grande que he visto en mi vida” en la boca. Y cinco minutos aún más tarde, apareció también el galgo Canelo aunque proveniente de otra dirección.
-. No cabe duda de que la liebre la ha cogido mi galga y por tanto es mía, dijo el bardallurano.
-. No, hombre no, dijo el del Cuenco. La liebre es mía pues he sido yo quien la ha “desencamado” en la Dehesa de Ganaderos, y ha sido mi galgo el primero en perseguirla.

En esas estaban cuando bajó corriendo por la ladera el guardia del Coto de la Coscolleta y, a voz en grito, les reclamó la liebre. Alega que ha sido dentro del coto que él custodia donde ha sido cogida la liebre, en cuyo coto está prohibido cazar.
Nos encontramos con una liebre y tres aspirantes a ser los propietarios del animal cazado.
¿Qué dicen las leyes al respecto? De manera específica puede que no digan nada para aclararlo, pero todo ordenamiento jurídico tiene sus recursos para resolver pacíficamente todas las controversias. ¿Cuáles son esos recursos? Responder a las siguientes preguntas:
La liebre, cuando estaba por la Dehesa de Ganadero, ¿era un animal salvaje sin dueño?
Sí. Lo podemos decir con toda seguridad.
¿Es susceptible la liebre de ser un animal apresado?
Sí, siempre que no haya veda para cazarla. Esto es, que no sea un período de tiempo en que esté prohibido por ley, cazar a esos animales salvajes.
¿Qué hemos averiguado más?
El cazador del Cuenco tenía sacada su licencia de caza y lo hacía en un terreno no acotado.
El cazador de Bardallur también tenía su licencia de caza y, aunque estaba en un terreno acotado, tenía permiso para estar en él.
El guarda de la Coscolleta no estaba cazando pero era el que vigilaba que nadie lo hiciera en el terreno del Coto de la Coscolleta que tenía encomendado.
¿Podemos hacer una composición del recorrido desde que fue “desencamada” la liebre hasta que fue apresada?
Cuando la liebre saltó de su cama en la Dehesa de Ganadero era libre y podía correr “de hecho y de derecho” por donde quisiera. Esto es, tantos por “cotos” como por tantos lugares como se encontrara por su camino, como así lo hizo.
El galgo Canelo tenía el derecho de perseguir a la liebre por donde quiera que ella lo hiciera siempre que no cesara en su persecución. Lo que no podía hacer es introducirse en un coto, sin perseguir a liebre alguna, porque su propietario no tenía licencia para hacerlo.
La galga Bandera, ya por su solo instinto, nada ni nadie le podía impedir perseguir a una liebre que se cruzara en su camino, como fue el caso.

El guarda del Coto de la Coscolleta podía impedir y multar a quien hiciera que su galgo se metiera en dicho terreno acotado con el ánimo de “a ver si salta alguna liebre o conejo” y lo “engancha”. Pero no podía ni estaba legitimado para prohibir que una liebre se introdujera en el coto ni al galgo o galgos que la persiguieran. Por eso no podía reclamar la propiedad de dicha liebre en el caso en cuestión.
Descartado el guarda, nos quedan los dos cazadores.
Nos preguntaremos: ¿Canelo, en su persecución, perdió de vista a la liebre en algún momento? Más concretamente. ¿Cuándo la galga Bandera se encuentra a la liebre que iba corriendo, ¿Canelo tenía en ese momento controlada la persecución?
Al parecer, en el caso concreto, una persona que estaba labrando una viña, vio y manifestó, que cuando oyó los gritos del cazador de Bardallur que azuzaba a su galga, paró la caballería y observó la situación. Vio que el galgo Canelo no estaba tras la liebre y que fue, bastante después, cuando dando saltos y desconcertado, cuando apareció por el lugar.
La pregunta es: ¿A quién pertenece la liebre?

(Supuestode B.S.).

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