En 1936, el general López Pinto era el gobernador militar de Cádiz y el 18 de julio de 1936 posibilitó, de acuerdo y conminado por Queipo de Llano, que la sublevación militar y el control de la ciudad en los primeros días de la rebelión militar, fuera un hecho, liberando, como primera medida, al isleño General Varela de su reclusión en Santa Catalina para que asumiera la Jefatura Militar de la ciudad de Cádiz. Varela había conspirado contra la República en varias ocasiones antes y después de las elecciones de febrero en las que triunfó el Frente Popular y por ello, fue desterrado a Cádiz. El día 17, el Gobierno ordenó que se le encerrara en el castillo de Santa Catalina, pero, como ya he reflejado, el 18, López Pinto lo liberó de prisión y se puso al frente de la insurrección en Cádiz.
Antigo Gobierno Civil, actualmente sede de la Diputación Provincial
Varela, con las fuerzas que le fueron fieles, rodeó el Gobierno Civil donde se habían refugiado los leales a la República y les invitó a que se rindieran, algo que no sucedió comenzando los disparos por los policías, guardias de asalto y obreros allí cobijados. Horas después, se dejó salir a los heridos, mujeres y niños y prosiguió el combate, pues los ocupantes siguieron sin rendirse. Unos 25 falangistas se unieron a Varela y recorrieron la ciudad reclutando adeptos. Siguió el combate en el Gobierno Civil hasta que, conociendo la llegada de legionarios de África, se optó por la rendición. Tras esto, Varela ocupó el Ayuntamiento, la Casa del Pueblo, Correos y los demás locales sindicales, dominando completamente la ciudad.
Varela, una vez controlada la capital y pueblos de la Bahía, comenzó la represión en la provincia de Cádiz por parte del bando sublevado, cobrándose miles de víctimas, llegando a afirmar en agosto de 1936 que «en Cádiz no dejaremos un republicano ni nadie que huela a izquierda con vida»
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