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miércoles, 31 de julio de 2019

HABLANDO DE IGNACIOS...


De repente, me he acordado de una novela que, en su tiempo, yo creo que leímos todos los amantes de la lectura. Esta publicación es la obra póstuma de un profesor de inglés en Universidades y Colleges, nacido en Nueva Orleans (USA) y que, como consecuencia de que no logró que le editasen el libro, se sumió en una grave depresión que le llevó al suicidio. Gracias a la constancia de su madre, la obra se publicó e, incluso, gano el premio Pulitzer.

La Conjura De Los Necios es una disparatada, ácida e inteligentísima novela. Pero no sólo eso, también es tremendamente divertida y amarga a la vez. La carcajada escapa por sí sola ante las situaciones desproporcionadas de esta gran tragicomedia. Ignatius J. Reilly es, probablemente, uno de los mejores personajes jamás creados  Más aún, es el antiprotagonista perfecto para una novela repleta de excelentes personajes, situados en la portuaria ciudad de Nueva Orleans. Magistral Ignatius "Come salchichas". Él es un incomprendido, una persona de treinta y pocos años que vive en la casa de su madre y que lucha por lograr un mundo mejor desde el interior de su habitación. Pero cruelmente se verá arrastrado a vagar por las calles de Nueva Orleans en busca de trabajo, obligado a adentrarse en la sociedad, con la que mantiene una relación de repulsión mutua, para poder sufragar los gastos causados por su madre en un accidente de coche mientras conducía ebria.
El autor, John K. Toole, consigue una crítica a la clase media norteamericana, en la que no deja títere con cabeza, a través de las aventuras urbanas de Ignatius
Si no la habéis leído, estáis a tiempo de disfrutar de uno de los mejores libros de la historia contemporánea.

1 comentario:

😉 dijo...

Leída y requeteleida y me sigue gustando como el primer día. Es cierto q la risa te llega sin darte cuenta a pesar de su punto dramático. Ignatius y su madre , antihéroes que llegan a ser héroes sin siquiera proponérselo, son así y les basta. Un niño grande sin reglas o sí, poner todo patas arriba. En fin, para mí, magnífica.
CMarin