En primer lugar, como ya comenté y, a pesar del surgimiento de la sociedad de masas, los miembros de la comunidad universitaria en los años treinta todavía formaban parte de un grupo elitista. La Universidad no había dejado de ser una comunidad «pequeña, donde todo el mundo se conocía y donde estudiar era aún una actividad casi familiar». La llegada de la República no incrementó el nº de alumnos.
No obstante, el profesorado, especialmente el que ocupaba los principales cargos, rectorados y decanatos, y que sobresalía claramente por su conservadurismo, veía con desconfianza y rechazo cualquier apertura social de su tradicional mundo universitario. Los privilegios sociales burgueses que desprendían las opiniones que por aquellos años expresaban los guardianes de la cultura acabó por ser uno de los valores de la sublevación con las armas en la mano. Por otra parte, las convicciones católicas y poco democráticas, y de la participación en el juego político de la etapa republicana en partidos del espectro derechista, algunos de estos destacados partidarios de la sublevación armada ostentaban importantes intereses económicos como empresarios. Desde los años 20, en el desarrollo industrial y empresarial de la región habían participado grupos vinculados a la Universidad (Talleres Mercier -fábrica de proyectiles, en las imágenes de abajo), Maquinaria y Metalúrgica aragonesa, Caja de Ahorros, azucareras, alcoholeras, cementeras...)
En definitiva, ese sector universitario e intelectual de Zaragoza apoyó de una manera tan clara a la sublevación porque formaba parte de la misma red de intereses que había planeado y preparado el golpe de Estado, y de la misma red de intereses que se benefició de él. Se trataba de una red que ostentaba el poder económico de la región, y que todavía ejercía un dominio social sobre las clases subalternas. Por tanto, podemos argumentar que no fue el hecho de poseer cultura o una elevada educación, sino la defensa de sus propios intereses económicos, y de su propia concepción de lo social, la razón de que aquellos instrumentalizaran una institución como la Universidad de Zaragoza, y de que prestaran sus propias capacidades, para servir a la reacción antirrepublicana armada de 1936.
No hay comentarios:
Publicar un comentario