Quizás hayáis oído hablar de Edicto de Worms de 1521 (ciudad alemana de Renania-Palatinado al lado del río Rhin) por el que Carlos I de España y V de Alemania, condenaba las doctrinas de Lutero.
Pero hubo otro edicto del mismo nombre, pero este, un año antes. Se trataba del promulgado contra los comuneros de Castilla, también por el mismo Carlos de Gante.
El día 16 de febrero de 1520, es decir, hace 500 años, Carlos hizo que se pregonase en Burgos desde un cadalso situado en la plaza Mayor, con gran pompa y boato y con la presencia de todas las autoridades. En él, se anunciaba que las autoridades condenaban a 260 comuneros, a muerte si eran seglares y, con otras penas si eran clérigos. El delito: traición. Entre los acusados se encontraba, encabezando la lista, el arzobispo de Zamora Antonio Acuña y, por supuesto, los capitanes rebeldes Juan de Padilla (Toledo), Juan Bravo (Segovia), Francisco Maldonado (Salamanca) y otros...También estaban en la lista los procuradores de doce ciudades, miembros de las juntas locales en las ciudades comuneras, religiosos y propagandistas.
En verde las ciudades realistas, en lila, las comuneras
Recordad que la Guerra de las Comunidades fue un levantamiento armado llevado a cabo por varias ciudades castellanas al principio del reinado de 1520 y 1522. El motivo: El descontento de las élites de esas ciudades al llegar Carlos a España rodeado de una corte de extranjeros, sin saber hablar español y y viendo que podrían quedar relegadas y su pérdida de estatus, unido a la convocando de cortes en La Coruña y Santiago de 1520 para pedir dinero a sus súbditos fue la mecha que prendió la rebelión. Rápidamente, se extendió el malestar a las clases populares que pasaron a formar parte de las tropas comuneras.
En la decisiva batalla de Villalar sucedida el 23 de abril de 1521, las tropas de Carlos vencieron a las tropas comuneras y sus principales líderes (Padilla, Bravo y Maldonado) fueron ejecutados al día siguiente en la plaza mayor de la ciudad.
La que puede ser considerada como la primera revolución burguesa, dejó a los habitantes de las ciudades que apoyaron la revuelta en un estado de gran deterioro y cargados de impuestos para financiar los desperfectos ocasionados en el desarrollo de los acontecimientos.



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