LA MOTORADA


 Ayer jueves, se empezaron a oír los primeros "rugidos" de las motos que vienen al GP de Jerez. Desde hace tiempo, ya no es lo que era, sobre todo en la zona de Valdela, en la que solían reunirse cientos -miles, tal vez- de moteros que alquilaban todo lo alquilable para cuatro o cinco días. Desde hace unos años, debido a los controles y limitaciones impuestas por la Junta de Seguridad, se fueron diluyendo y marchándose a otra localidades más permisivas. Ahora, los moteros suelen llegar el viernes, aunque en El Puerto creo, según me comunican, que está toda la Ribera del Marisco a tope. Aquí, los bares se han preparado a conciencia para recibirlos y esperan vender todo el producto adquirido, aunque, la hostelería, que casi siempre se queja, dirá que ha sido un fracaso; algunos periodistas llaman a la organización que aglutina al sector (Horeca) "Lloreca". 

Yo, cuando tenía mi BMW, solía ir todos los años al circuito, pero lo dejé cuando la vendí. Era una movida impresionante y nos juntábamos más de 200.000 personas. Miles y miles de motos se aparcaban en los descampados próximos, donde sus propietarios hacía el "agosto" cobrando una pasta gansa por dejar la máquina. Antes de entrar, había un sinfín de casetas de merchandising y bares provisionales donde vendía cerveza, refrescos y bocadillos. Ya dentro, si habías sacado una buena entrada -frente a los boxes, por ejemplo- disfrutabas a ver todo lo que se trajina antes, durante y después de las carreras; ahora bien, si sacabas una entrada de la pelouse veías las motos como si se tratase de micromotos. Aún así, se disfrutaba de lo lindo.

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