¿Qué relación puede haber en el hecho de lograr los desenterramientos en Cuelgamuros y Bardallur? Pues la hay. Centrémonos en el siglo XIX. En Villarroya de la Sierra nacen dos hermanos, Manuel y Antonio-Remiro Lapeña Altabás. Ambos fueron fusilados en 1936 en Calatayud, enterraros en la fosa La Bertolina y, años después desenterrados y llevaros al Couelgamuros. Manuel había dejado un hijo llamado también Manuel. Este tuvo una hija llamada Purificación Lapeña. En ese siglo nace en Bardallur María Sebastián Gil, hija de José y Antonia y hermana de José (fallecido como soldado en Cuba) Adela y Jesús, de mote los “Sardineros”. María casa con un mozo de Casetas de apellido Capapé, familia de los Capapés de Casetas, Garrapinillos y El Cuenco. Con su esposo viven en Casetas y tiene cuatro hijas: Patro, Benita, Nati y Lucía Capapé Sebastián y cinco hijos: Julian, Damián, Felix, Aurelio y Victoriano Capapé Sebastián. El hijo Aurelio tiene una hija y un hijo, éste llamado Miguel Ángel Capapé. El destino quiso que Purificación Lapeña, nieta del fusilado Manuel, conozca y case con Miguel Ángel Capapé, nieto de María Sebastián y, ambos, llevados por el mismo espíritu reivindicativo, funda la asociación ARICO Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido. Miguel Ángel ha sido su presidente hasta su fallecimiento. La familia Lapeña consiguió en 2016 que un Juzgado autorizara la recuperación de los restos de sus familiares, retrasándose el cumplimiento de dicha orden hasta el día de hoy, habiendo fallecido durante la espera Manuel Lapeña, hijo huérfano de Manuel Lapeña y padre de Purificación. También falleció en diciembre de 2022 Miguel Ángel Capapé tras una dura enfermedad por lo que tampoco verá culminada su reivindicación. Por último decir que, Miguel Ángel Capapé estuvo en Bardallur el 20 de Agosto de 2016 en el acto homenaje que se les hizo en nuestro pueblo a los fusilados en la guerra civil. Fue quien hizo y facilitó la mayoría de las fotografías que se hicieron y que se publicaron. Mi mayor agradecimiento a los Lapeña-Capapé.
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¿Qué relación puede haber en el hecho de lograr los desenterramientos en Cuelgamuros y Bardallur?
Pues la hay.
Centrémonos en el siglo XIX. En Villarroya de la Sierra nacen dos hermanos, Manuel y Antonio-Remiro Lapeña Altabás. Ambos fueron fusilados en 1936 en Calatayud, enterraros en la fosa La Bertolina y, años después desenterrados y llevaros al Couelgamuros. Manuel había dejado un hijo llamado también Manuel. Este tuvo una hija llamada Purificación Lapeña.
En ese siglo nace en Bardallur María Sebastián Gil, hija de José y Antonia y hermana de José (fallecido como soldado en Cuba) Adela y Jesús, de mote los “Sardineros”.
María casa con un mozo de Casetas de apellido Capapé, familia de los Capapés de Casetas, Garrapinillos y El Cuenco. Con su esposo viven en Casetas y tiene cuatro hijas: Patro, Benita, Nati y Lucía Capapé Sebastián y cinco hijos: Julian, Damián, Felix, Aurelio y Victoriano Capapé Sebastián.
El hijo Aurelio tiene una hija y un hijo, éste llamado Miguel Ángel Capapé.
El destino quiso que Purificación Lapeña, nieta del fusilado Manuel, conozca y case con Miguel Ángel Capapé, nieto de María Sebastián y, ambos, llevados por el mismo espíritu reivindicativo, funda la asociación ARICO Asociación por la Recuperación e Investigación Contra el Olvido. Miguel Ángel ha sido su presidente hasta su fallecimiento.
La familia Lapeña consiguió en 2016 que un Juzgado autorizara la recuperación de los restos de sus familiares, retrasándose el cumplimiento de dicha orden hasta el día de hoy, habiendo fallecido durante la espera Manuel Lapeña, hijo huérfano de Manuel Lapeña y padre de Purificación. También falleció en diciembre de 2022 Miguel Ángel Capapé tras una dura enfermedad por lo que tampoco verá culminada su reivindicación.
Por último decir que, Miguel Ángel Capapé estuvo en Bardallur el 20 de Agosto de 2016 en el acto homenaje que se les hizo en nuestro pueblo a los fusilados en la guerra civil. Fue quien hizo y facilitó la mayoría de las fotografías que se hicieron y que se publicaron.
Mi mayor agradecimiento a los Lapeña-Capapé.
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