EL CAFÉ DEL TIO MANOLÍN EN VENTA (40.000 €)
Cuántas horas pasé en este bar en mis años mozos. Las mesas de mármol, las sillas de madera, los mullidos bancos corridos, la estufa ,las columnas de hierro que trepábamos -bueno, solo la que está más próxima a la barra; el váter de agujero, la TV en blanco y negro, la mesa del rabino o del julepe...y, sobre todo, la presencia de Santos y María detrás de la barra. María, la dueña, hija del tio Manolín, nos preparaba unas gambas a la plancha de escándalo y, si ya era a horas más que nocturnas, nos ponía una judías secas refritas que entraban como un manjar reconfortante tras la ingesta de bebida. El café y la partidas de guiñote o truque eran parte del ocio. Para las fiestas, el bar (único durante años) se ponía a tope de clientela y también, de gente que pasaba al salón del baile, donde la orquesta tenía que subir a una plataforma de vértigo. El Arturo era el portero del baile y no dejaba pasar ni a dios si no llevabas la entrada. También hubo una época en el que el cine estaba instalado en el salón de abajo, siendo mi padre el operador, al que todo el mundo silbaba cuando el viejo rollo de la película fallaba.
El bar Manolín se abrió durante la II República con los muebles del café que mi abuelo Ignacio "el Caño" tenía en la plaza. Perdió popularidad cuando se abrió el bar Turbena, y cerró sus puertas cuando María se jubiló. ¡Qué nostalgia!
La compra incluye una parte de corral y habitaciones arriba y abajo.




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