HISTORIA DE ESPAÑA

 

                     Franco no murió el 20-N


Pese a que la fecha oficial de la muerte de Franco es el 20 de noviembre de 1975, la realidad es otra. En su  obra Crónica de la Transición, 1973-1978 (Ediciones B, 2009), Joaquín Bardavío -quien fue, entre otros cargos, jefe de los servicios informativos de presidencia del gobierno (1970-1973), es rotundo al respecto:

“Franco no murió a las 5.25 del día 20 de noviembre de 1975, como dice el parte médico oficial. Falleció varias horas antes, como al filo de la medianoche. Ya al anochecer del día anterior, se había decidido dejarle morir ante la larga angustia de su mujer y su hija y la inutilidad de tenerlo conectado a una vida artificial. Que su óbito coincidiera con el treinta y nueve aniversario del fusilamiento de José Antonio Primo de Rivera, pudo ser causa de alargar su existencia unas horas, quizá un poco más de un día. Aunque si el objetivo era sacralizar una coincidencia, no se consiguió en absoluto”.
Y añade que, sobre las 9 de la noche o antes del 19 de noviembre, el Marqués de Villaverde despidió amablemente a los doctores que cuidaban al dictador y -sin testigos- procedió a desentubar y desconectar los mecanismos que permitían a Franco mantenerse con vida. Concluye Bardavío que “el fallecimiento real pudo ocurrir verosímilmente en las últimas horas del día 19 o como muy tarde, en los primeros minutos del día 20”.

Guardar la noticia permitió ganar tiempo al universo oficial del régimen para prepararar a la población y estar en guardia ante eventuales reacciones populares, por lo que había preparado un dispositivo en relación a su defunción.  Fue un minucioso plan del Servicio Central de Documentación (SECED), dependiente del presidente Carlos Arias Navarro. Se le llamó:  "Operación Lucero", que un exmiembro del ente referido, Juan María de Peñaranda, expuso en un ensayo homónimo ('Operación Lucero, 2017'). Este operativo quiso garantizar que el entierro de Franco transcurriera con normalidad y elaboró un protocolo que cubrió todos los aspectos de la muerte del dictador, desde su uniforme mortuorio hasta la jura del príncipe Juan Carlos como sucesor. Tal diseño tuvo su origen en el asesinato de Luis Carrero Blanco en diciembre de 1973, pues entonces el régimen improvisó las honras fúnebres, lo que se quiso evitar al fallecer el dictador. 

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