Pensábamos que la abdicación era inoportuna y
precipitada, y que dañaría la institución. Pero la sensación tras solo
cinco días es que la onda expansiva se está llevando por delante a
otros, no a la corona, que más bien se ha venido arriba.
No sé si son daños colaterales, o buena puntería, pero quizás el rey
Felipe VI tenga que ampliar el pabellón de caza nada más llegar a
palacio, para que le quepan los trofeos y cabezas que ya está cobrándose
casi sin mover un dedo. Y si no, veamos algunos efectos inmediatos de
la operación sucesoria.
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(Colab. JMTP).
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