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sábado, 7 de junio de 2014

VUELTICA

Hoy he ido a dar una vuelta por el centro de El Puerto. No suelo ir, salvo para algún asunto bancario o laboral. Está mortecino; las tiendas que hace unos años llenaban  las calles principales, o están cerradas u ocupadas por "Todo a 1 €", resulta patético. He pasado por el mercado -"la plaza" se dice aquí- y he recorrido los puestos para ver el género, de pescados, sobre todo. Abundaba la raya, que aquí se prepara de varias maneras -a mí me gusta "al pimentón"-, también había buen marisco y pescados de la bahía. A la salida me he acercado a un tenderete de los que venden caracoles y tenía el trío de gasterópodos que se comen por aquí: los chicos, las cabrillas -calembras- y los caracoles (aquí les llaman "burgaos"); estos últimos tenían un tamaño el doble que los que comemos en Bardallur, no me he atrevido a comprarlos.
Después he bajado por la calle Luna hacia la calle Larga para ir directamente al bar "Vega". Este pequeño local fue uno de los primeros que conocí en el año de mi llegada a El Puerto (1977); en aquel tiempo los establecimientos hosteleros en la localidad se podían contar con los dedos de la mano y muchos de ellos eran tascas frecuentadas por pirriaqueros bebedores de "chicas" -vasos de vino fino hasta el borde-. El "Vega" era regentado por un matrimonio mayor que, al jubilarse, lo traspasaron a los camareros Jose Mari y Manolo. El primero montó al poco, otro bar en Luna ("Nuevo portuense") y Manolo se quedó en Larga. Rara es la vez que paso por allí y no me pido una tapa de albóndigas -en la imagen-, sin duda, las mejores de la ciudad. Tras el trasiego, me he venido a Valdela y aquí estoy, mirando al mar.

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