BUÑUEL Y LA RESIDENCIA (7)

(Sic) Mi padre -en la imagen- murió en 1923.

Recibí un telegrama de Zaragoza que decía: Papá gravísimo. Ven inmediatamente. Aún pude verlo vivo, muy débil (murió de pulmonía), y le dije que había ido a la provincia de Zaragoza para hacer unos estudios entomológicos sobre el terreno. Él me pidió que fuera bueno con mi madre y murió cuatro horas después (...) -algo similar me pasó a mí cuando mi padre murió, recibí una llamada de mi hermano Joaquín y enseguida (unas 9 horas-) me personé en el hospital universitario de Zaragoza para ver, casi por última vez,  a mi padre, aunque él ya no pudo decirme nada de lo malito que estaba-.

Todos se acostaron y yo me quedé solo velándolo. Un primo nuestro, José Amorós, llegaba en el tren de la una de la madrugada. Yo había bebido mucho coñac y, sentado al lado de la cama me parecía ver respirar a mi padre. Salí al balcón a fumar un cigarrillo mientras esperaba que llegara el coche que había ido a la estación a recoger a mi primo -estábamos en mayo y el aire olía a acacias en flor- cuando, de repente, oí un ruido en el comedor, como una silla que golpeara la pared. Volví la cabeza y vi a mi padre de pie, con gesto amenazador y las manos extendidas hacia mí. Aquella alucinación -la única que he tenido en mi vida- duró unos diez segundos y se desvaneció. Me fui al cuarto donde dormían los criados y me acosté con ellos. En realidad, no tenía miedo, sabía que había sido una alucinación, pero no quería estar solo.

El entierro fue al día siguiente. Al otro día dormí en la cama en que había muerto mi padre. Por precaución, puse su revólver -muy bonito, con sus iniciales en oro y nácar- debajo de la almohada para disparar sobre el espectro si se presentaba. Pero no volvió.

Aquella fue una fecha decisiva para mí. Mi viejo amigo Mantecón todavía recuerda que, a los pocos días, me puse las botas de mi padree, abrí su escritorio y empecé a fumar sus habanos. Había asumido, la jefatura de la familia. Mi madre tenía apenas cuarenta años. Poco después, me compré un coche: "Un Renault".

De no ser por la muerte de mi padre, tal vez me hubiera quedado más tiempo en Madrid. Acababa de licenciarme en Filosofía y no tenía intención de hacer el doctorado. Quería marcharme a toda costa y solo esperaba la ocasión.

 Esta se presentó en 1925.

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