En el primer tercio del S. XX se produjo en España una gran diáspora hacia América. La gran mayoría de los que salieron lo hicieron, lógicamente, para buscarse la vida en países de habla hispana, pero otros, se dirigieron a USA, sobre todo, por las facilidades que ofertaban. Llegaron en barco a Nueva York, ciudad que fue creciendo paulatinamente para albergar a los recién llegados en los primeros días de su estancia y, desde allí, se desplazaron a diferentes territorios para trabajar en el campo, de pastores, en las minas y fábricas manufactureras, cortando caña en Hawaii o trabando en las industrias tabaqueras de Florida. La gran mayoría asimiló la cultura norteamericana y permanecieron en Norteamérica, donde echaron raíces; otros, los menos, volvieron a sus lugares de origen.
Una curiosidad, los tabaqueros de Tampa (Florida) contrataron a personas para que leyeran a viva voz novelas o noticias en español durante sus tediosas jornadas de trabajo. Había lectores que, por su dicción, por su entonación, por su dedicación, disfrutaban de gran prestigio y eran muy demandados entre los obreros del tabaco, que en su mayoría eran emigrantes iletrados y aprendían, a la par que se entretenían, escuchando las obras de Cervantes, Zola, Víctor Hugo, Carlos Marx o Julio Verne...
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