En España y sus dominios se habían intentado varias actuaciones encaminadas a la apropiación del Estado de tierras y baldíos que pertenecían a dueños particulares o comunales y que no se estaban explotando (Godoy, Olavide, Jovellanos...), pero la más conocida y la que se enseña en los IES es la "Desamortización de Mendizábal". Seguro que muchos conoceréis esta acción que supuso para nuestro país un sinfín de transformaciones urbanísticas y la enajenación de los bienes eclesiásticos por parte del Estado. Pero para entender qué es una desamortización, primero hay que saber qué es una amortización en los términos que aquí nos ocupan. Según la R.A.E., amortizar, en uno de sus varios significados dice: Pasar los bienes a manos muertas.
Las «manos muertas» eran, según los religiosos, los bienes y las tierras pertenecientes a Dios. Que no se podían arreglar por tener un destino específico que era al cielo. En su origen se refería tanto a bienes civiles como eclesiásticos, aunque se utilizó principalmente para significar la propiedad eclesiástica.
Así, las manos muertas eran los bienes de la iglesia católica y de las órdenes religiosas que estaban bajo la protección de la monarquía hispánica. Ni obispos, abades y priores los podían enajenar. Las autoridades eclesiásticas que lo hiciesen podían ser suspendidas a diviniza e incluso excomulgadas. Además el que adquiriese dichos bienes los perdía; sólo se podría proceder legalmente contra la persona que se los había comprado o vendido, nunca contra la Iglesia.
La desamortización de Mendizábal (1836/37) ministro de la regente María Cristina de Borbón, tuvo unas consecuencias muy importantes para la historia económica y social de España.
Como la división de los lotes se encomendó a comisiones municipales, éstas se aprovecharon de su poder para hacer manipulaciones y configurar grandes lotes inasequibles a los pequeños propietarios pero pagables, en cambio, por las oligarquías muy adineradas que podían comprar tanto grandes lotes como pequeños.
Los pequeños labradores no pudieron entrar en las pujas y las tierras fueron compradas por nobles y burgueses urbanos adinerados, de forma que no pudo crearse una verdadera burguesía o clase media en España que sacase al país de su marasmo.
Los terrenos desamortizados por el gobierno fueron únicamente los pertenecientes al clero regular. Por esto la Iglesia tomó la decisión de excomulgar tanto a los expropiadores como a los compradores de las tierras, lo que hizo que muchos no se decidieran a comprar directamente las tierras y lo hicieron a través de intermediarios o testaferros.
El cambio de manos de las tierras tuvo una serie de consecuencias:
Muchos campesinos se vieron afectados al verse privados de unos recursos que contribuían a su subsistencia —leña, pastos etc.—, por lo cual se acentuó la tendencia emigratoria de la población rural, que se dirigió a zonas industrializadas del país o a América.
Otra de las consecuencias sociales fue la exclaustración de miles de religiosos que fue iniciada por el gobierno del conde de Toreno que aprobó la Real Orden de Exclaustración Eclesiástica de 1835 (25 de julio) por la que se suprimían todos los conventos en los que no hubiera al menos doce religiosos profesos. Ya bajo el gobierno de Mendizábal se precisó (11 de octubre) que sólo subsistirían ocho monasterios en toda España. Finalmente, el 8 de marzo de 1836, apareció un nuevo decreto que suprimía todos los conventos de religiosos (con algunas excepciones, como escolapios y hospitalarios), y un año después se dictó otro más (29 de julio de 1837) que hacía lo propio con los conventos femeninos (salvo los de las Hermanas de la Caridad).
En otra entrada hablaremos de las desamortizaciones de Espartero y Madoz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario