Pese a que el cuerpo no estaba "muy católico" después de la jornada de feria y, como no tenía ganas de ponerme a cocinar, fuimos a un bar cercano donde ponen el mejor rabo de toro de la zona a un precio totalmente asequible comparado con lo que suelen cobrar por otros lares. El guiso, al estilo jerezano, es un disfrute para la vista y el paladar. Si a ello le añadimos unas espectaculares patatas fritas, el plato es redondo. Pagamos por tres cañas, una tapa de ensaladilla de gambas y dos platos de cola la irrisoria cifra de 16 €. El bar se llama "El Rinconcito" y está en una bocacalle del paseo Marítimo de Valdelagrana. Un lujo.
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