Aunque en la imagen veáis una hoja de laurel, no es muy ortodoxo, a mí me gustan con sabor a mar mar.
Tras el amarre de la flota y la desconvocatoria de la huelga o paro de transportistas, las pescaderías han vuelto a cubrir de género sus mostradores y/o expositores. Ayer, pasé por la del barrio y vi que había de nuevo cañaíllas, además de un tamañito medio tirando a grande, que son la que me gustan. Compré 1/2 kg (9,80 el kilo) y las cocí en agua fría con abundante sal. Cuando empezó la ebullición, las dejé unos 18´ y las escurrí sin pasarlas por agua fría. Salieron casi todas del tirón, es decir, no tuvimos que dar muchos golpes en la mano para sacar la zona digestiva, que es la más sabrosa. Una
delicatessen que, a veces, tenemos oportunidad de degustar.
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